Él era una de las personas más inspiradoras que he conocido. De ese tipo de gente que cuando llega a tu vida sabes al instante que quieres que se quede mucho tiempo y que sin duda, dejará huella. Y así es. Una huella en mí que sé que no olvidaré.
Gracias por regalarle al mundo tu esencia, por tocar a las personas que te rodeábamos con esa magia, esa paz, inteligencia y alegría. Me siento afortunada de poder decir que me tocaste de una manera especial, que me llenaste durante un año más de lo que mucha gente puede hacerlo toda la vida. Ojalá te lo hubiera dicho cuando tuve oportunidad. Pero creo que cuando nos mirábamos lo sabías.
Las noches de peli, las tardes creando inventos y juegos estúpidos que a nadie salvo a ti se le ocurrirían. Nadie me había dejado tan abobada nunca. He aprendido de ti más que de nadie en el mundo. La dulzura con la que siempre me trataste. Me imagino si alguna vez sentiré esa conexión con alguien otra vez.
Pasaba el tiempo y no me importaba, porque sabía que en algún momento volvería a verte y sería como siempre. Como cuando nos conocimos y supimos que nos tendríamos siempre.
Estés donde estés, cuídame, como hiciste ese año, desde la habitación de al lado.
Yo no olvidaré sonreír al recordarte.
Gracias por tanto.
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