domingo, 11 de septiembre de 2016

Te he mirado a los ojos antes de darte la espalda. ¿Qué más le puedes pedir a quien no quiere de ti nada?

Es otro intento. Y nada parece cambiar. Todas las personas que pasan por mi vida parecen iguales. Cortadas por el mismo patrón. Con las mismas mierdas, las mismas razones, excusas estúpidas. Las mismas mentiras en la boca, mentiras que cada vez cazo más rápido, pues he oído tantas y tantas veces. A veces reconozco las miradas, también iguales. El mismo vacío en los ojos de personas que sé que no van a significar nada en mi vida. Y que la mayoría de las veces tampoco quieren significar nada.



Solo quería algo que me moviese por dentro. Esa emoción de estar a punto de perderlo todo, la cabeza, el sentido y ver como te sumerges inevitablemente en la locura de otra persona. Yo solo quería las ganas, el no no planear las cosas, el fluír de uno cuando conoce a alguien que lo hace todo más fácil. Yo solo quería querer hasta volverme loca. Aunque no durase para siempre, aunque fuese temporal, pero querer frenéticamente.




¿Sabes esa sensación de que todo lo que has vivido es lo mejor que vas a vivir? ¿Y que nada va ni a rozar las expectativas que tienes para encontrar lo que buscas?





¿Sabes realmente lo que quieres? Porque yo empiezo a saberlo. Y eso me da miedo. Porque una vez lo tienes claro, no hay medias tintas. No hay vuelta atrás, todo cobra sentido.

Yo lo he visto en otra gente. Lo he visto en canciones, en miradas en el metro. Y lo quiero. 

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