A veces huimos para minimizar los daños. Pero a veces la hostia sigue siendo enorme.
No dejo de escribir sobre decepciones. Y es que empiezo a pensar que la culpa es mía.
Que lo di todo, que no me importaba recibir menos a cambio. Que no fui exigente. Que te necesitaba demasiado. Debería haber querido menos, esperado menos y dado
menos.
Minimizar los daños.
Como si ya supiésemos que estábamos destinados a perdernos por el camino.
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